Las decisiones siempre son difíciles, muy difíciles, y tras intentar aplazarlas hasta al máximo y muchas dudas, terminas eligiendo. Estas vienen de la mano de unas consecuencias inevitables, que a su vez, dejan en el aire un futuro, como siempre,incierto.
Al tomar cualquier decisión, por pequeña que sea, abres una puerta, y muchas veces cierras otra sin quererlo, aunque, según dicen, es inevitable…
Las consecuencias son instantáneas y poco a poco, van perdiendo fuerza hasta que llega un punto en el que prácticamente desaparecen gracias al trabajo constante de un tal “olvido”.
Y luego entra el futuro en juego, ese que es tan impredecible que por muchas apuestas que hagas, por mil pronósticos a favor que haya, siempre seguirá siendo sorprendente e inesperado.
Mi futuro es incierto, al igual que el de todos, me gusta dejarle libertad total, que desempeñe su papel, siempre lo suele hacer bien o al menos, equilibrar la balanza.
Mis consecuencias, son buenas o malas, depende de cómo te las quieras tomar, eso es “a gusto del consumidor”.
Y mis decisiones, ay mis decisiones…no sé si son acertadas o equivocadas, precipitadas y arriesgadas o temperamentales y seguras, lo único que si sé, es que no tienen por costumbre cerrar ninguna puerta por completo, a mi me gusta, dejarlas cerradas, pero sin echar la cadena…
Dejarse llevar, suena demasiado bien…
Incredible
No hay comentarios:
Publicar un comentario