lunes, 2 de mayo de 2011

La espera, mereció la pena...

Y,por fin apareció, tras una larga espera, cuando nadie la echaba en falta, pues la gente se había acostumbrado ya a su continuada ausencia, llegó con los brazos abiertos, con la mirada de un niño chico cuando ve a su madre al regresar del trabajo, y por si fuera poco, corre el rumor de que viene dispuesta a quedarse para siempre…
Era como la imaginaba, bella como ninguna, sin ningún rasgo que le desentone su precioso y a la vez curioso rostro, atenta como nadie, y además, con una naturalidad asombrosa. Por una vez en la vida, se puede decir que un refrán es cierto… “Lo bueno, se hace esperar.”
No me podía creer lo que veían mis ojos, después de una correcta y respetuosa presentación, se sentó a mi lado, y comenzamos a  hablar,  me contó el porqué de su tardanza tan prolongada…
Cada palabra que salía de su boca, terminaba esbozando una sonrisa en mi rostro, además de una tremenda fuerza para luchar por conseguir mis sueños, dos pájaros de un tiro.
Pero lo mejor estaba por llegar, cuando había terminado de darme las explicaciones pertinentes, se levantó de mi lado, y mi cara comenzó a cambiar al mismo tiempo su cuerpo terminaba de incorporarse. Cuando por fin tomó equilibrio, se acerco a mi, y me dijo : “Tranquilo, no te asustes, vuelvo enseguida, he tardado en llegar, pero me quedo para siempre. No tienes nada que temer”.
Se llamaba felicidad.
p.d: Ser feliz, no tiene precio.
                                  
                             Incredible